domingo, 10 de abril de 2016

Trueno

Porque en esperanza fuimos salvos; 
pero la esperanza que se ve, no es esperanza;
 porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
Romanos 8:24

Caminando en la lluvia, su piel resaltaba, mojada de esperanza. Pensaba en el libro azúl que llevaba enganchado en el brazo y que tenía descrita su vida y su certeza. Se detuvo frente a los carros que pasaban chorreantes por la avenida; con sus ojos mirando el charco lastimado por las llantas, quieta, esperaba. Fue ahí cuando en medio de la lluvia, con su libro apretado al pecho, en cualquier y a la vez exacto istante de la vida, el preciso, el finito, el necesario y el indifernte momento, sonó una voz de trueno que le dijo: Yo soy. Viene la primavera segura.

No paró la lluvia, no chocaron los carros, no se detuvo el mundo a ver las maravillas de la esperanza, pero estalló, dentro de ella, la semillita que aguardaba por la señal para brotar.






Imagen: weheartit.com