viernes, 10 de noviembre de 2017

Leisa E.

Leisa:

No llamar la atención de nadie es el constante reto de Leisa.
Nadie conoce el color de sus ojos, pero todos tienen presentes sus rizos.
Reirse discreto y evitar responder innecesariamente es su hobbie.
Ese día en el salón de "Transporte sostenible", como todos los miércoles, se sorprendió de cuanto amaba la gente a las populares...si tan solo ella lograra buenas notas, por lo menos sería parte del grupo de representantes de la carrera.
Cuando Verónica la saludó intentó no levantarse mucho del puesto. Verónica  no le caía mal, pero le fastidiaba la forma natural con que se relacionaba con todos, y le molestaba aún más saber que aunque no se acordara del nombre del noventa por ciento del salón, los saludara.
Se agachó y miró de reojo el bolso tirado en el pupitre del lado.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Verónica P

Verónica:

En la universidad de La montaña los pasillos se atiborraban de gente cada veinte minutos, y entre toda la multitud un aire de frescura se pasea saludando a quien se le atraviese.
La amiga de todos, la que no le importa llegar un poco tarde, la que prefiere la comodidad y habla sin frenarse, esa es Verónica P.
Al llegar al salón de "Transporte sostenible" elije el primer puesto que ve desocupado, saluda a todos los que están a los lados, incluso a Leisa, pero no se demora mucho en esto, deja su maleta en el asiento y se va a hablar con un grupo de muchachos.

martes, 17 de octubre de 2017

Un cóndor con miedo a volar

¿Qué pasaría si a un cóndor le diera miedo volar? 
Si a un cóndor le diera tanto miedo volar que, después de mucho vacilar sobre las rocas de una montaña, extendiendo sus alas y agitándolas, decidiera vivir en tierra, vivir caminando ¿qué pasaría?

Sus patas son mas cortas, sería muy torpe, sería un blanco fácil para los cazadores, moriría rápido.

¿Y su comida?
sería más difícil conseguirla, perdería su majestad, negaría a otros el placer de verlo volar, perdería su identidad y a nadie le importaría demasiado, ni siquiera a los biólogos;
no lo hubieran escogido como el ave nacional de Colombia, no representaría fuerza, ni hermosura.

Sin embargo seguiría siendo un cóndor, seguiría teniendo alas para volar,
 pero si decidiera no utilizarlas, más que un privilegio, serían un estorbo.

Y a pesar de esto seguiría siendo un cóndor,
destinado, solo destinado, para asombrar a quien lo mire, a disfrutar del viento y de los paisajes chiquitos que se ven desde las nubes.

Siempre, hasta el último día de su vida sería un cóndor.
Y todos lloraríamos,
sin saber,
el que haya decidido encoger sus alas y caminar por "lo seguro",
solo por el miedo.


viernes, 22 de septiembre de 2017

La estrella del verano

En mi país llueve mucho ¿sabes?
Llueven hojas toodo el año.
Rojas, naranjas, amarilla, moradas, café...
también tomamos mucho de ese. Café.
Hacemos todos lo mismo:
Leemos libros en butacas de madera, envueltos en una manta calentita, a la luz de velas aromáticas. No hay invierno, no hay verano, no hay primavera. Es tan cómodo.

Llegó estrella y atropelló el mundo de todos: barrió las hojas, guardó las mantas y apagó las velas. Salió de su cuarto y al verla el sol tuvo un motivo para salir. Se hizo el verano.

jueves, 27 de julio de 2017

Venas verdes

Iba cansada de caminar,
seca.
Me encontré en un jardín,
busqué tierra mojada
y allí me sumergí.

Tras un par de años
comencé a nacer.
Tanto me cuidó:
las gotas de lluvia
caían en tierra,
resbalaban dentro de ella
y al tocar mis cabellos
los nutrían,
les dejaban semillitas de frutos
que en el futuro dieron de comer
al viajero cansado.

Un día salí
en forma de flor-árbol,
con mis brazos, con mis piernas,
con mi cara de niña grande
y mi nariz de botoncito.
Miré hacia abajo y vi un rio.
Mis pies
sumergidos en el agua que corría
(y correría por siempre)
absorbían la frescura
que se movía por mis venas
y se traducía en flores,
en frutos al final de mis manos.

Así pasaron siglos,
días de verano
y noches de invierno;
crudos otoños
y felices primaveras,
pero mi hoja no cayó.
Más bien daba lirios en invierno,
duraznos en otoño,
piñas en primavera
y rosas en verano.

El rocío
todas las mañanas
me acobija.
En mis hojas
el eco de mi salvación:
el rio me mantiene viva.

Foto por @huntergillman